13 octubre 2012

La mantis que se quedó a vivir en el porche

Hace una semana que apareció por el porche de mi casa una Mantis religiosa atraída por su instinto cazador. Mi hija le hizo unas fotos poco afortunadas devorando lo que parecía un grillo de matorral. El color  marrón de la mantis ponía de manifiesto el verano tan seco que hemos tenido, ya que como hemos mencionado en alguna que otra ocasión, la coloración entre marrón o verdosa depende  mucho de la vegetación de su entorno, con el fin de mimetizarse mejor.


El caso es que por ahí se ha quedado, en el porche de nuestra casa, al abrigo del banco tras el cual se camufla a la espera de la aparición de alguna que otra presa, aunque lo cierto es que no la hemos vuelto a ver comer. Pero no debe irle tan mal porque, de no ser así, buscaría otros territorios de caza más apropiados.


Se trata de una hembra que, a juzgar por su abdomen, debe estar fecundada a la espera de poner su ooteca. Si tal cosa ocurre, dejaremos tranquilamente que la naturaleza siga su curso, ya que las veces que hemos invitado a las mantis a hacerlo en el interior de nuestra casa, el resultado no ha sido el esperado y de las ootecas no han salido las diminutas mantis de las siguientes generaciones.

Adenda
Para fidelizar a Teresita, cariñoso nombre con que la hemos bautizado, la hemos ofrecido un par de saltamontes. Aviso: las siguientes imágenes pueden herir la sensibilidad de algún que otro internauta.




Adenda (2ª parte)
Como habíamos imaginado, Teresita había sido fecundada y nos ha obsequiado con una ooteca en la parte posterior del banco, al abrigo de la lluvia y en un lugar un tanto recogido pese a encontrarse a la intemperie.



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