05 agosto 2016

La vida es ansí

Esta entrada es continuación de la entrada anterior:

Habíamos dejado a nuestras pupas de la mariposa Papilio machaon infestadas por larvas de otro insecto parásito pugnando por abandonarlas tras devorar su interior.


Las larvas del insecto parásito, al abandonar la pupa, caen al suelo donde rápidamente se entierran.



Es bajo tierra donde rápidamente se transforman en pupas, de color rojizo inicialmente, para ennegrecerse al poco tiempo.



Las pupas recogidas se encuentran a buen recaudo en placas de Petri a la espera de que surja el imago parásito responsable de este desaguisado. Como todas las pupas fueron infestadas, esta vez no tendremos ocasión de soltar a las machaones para verlas volar en libertad.
En un caso, una larva parásita no terminó de salir de la pupa huésped y empupó a medio camino.


Pero hay preguntas que aún no han sido respondidas. ¿Qué pasó con la pupa de machaon de nuestro improvisado mariposario? La respuesta, probablemente, en la próxima entrada.
Resulta duro comprobar cómo tras tantas horas de observación para describir el proceso de holometabolismo (metamorfosis completa) de la mariposa Papilio machaon, un intruso no invitado a la fiesta, lo malogra todo. Pero la vida es ansí, en referencia al libro del escritor Pío Baroja: El mundo es ansí. Y, en efecto, es ansí de dura. No todas las larvas parásitas han tenido un final feliz. Un par de ellas cayeron fuera del tiesto de la ruda y fueron pasto, rápidamente, de las hormigas, habituales oportunistas de este tipo de historias.



Esto explica el rápido interés mostrado por las larvas parásitas en enterrarse para empupar, aunque no es descabellado pensar que bajo tierra puedan acecharlas otros peligros desconocidos para nosotros. En cierto modo, esto refleja lo que se conoce como el ciclo de la vida; comer y ser comido es algo a lo que se enfrentan innumerables especies del mundo animal. Afortunadamente, para cada escalón de ese ciclo, sobreviven los suficientes ejemplares para continuar su ciclo vital y poder perpetuar la especie.
Sólo falta esperar a que salgan los imagos de las pupas parásitas instaladas en sus placas de Petri, a fin de que no puedan volar cuando terminen su metamorfosis, para tratar de identificar al malévolo intruso y poder dar respuesta a la pregunta: ¿Quién es el asesino?

Etiquetas: , , , , , , , , , ,

Búsqueda personalizada

02 agosto 2016

Alien: el octavo pasajero

A la vuelta de una pequeña escapada vacacional, Ruta graveolens nos sorprendió con un inesperado regalo: siete pequeñas orugas de Papilio machaon se afanaban por dar buena cuenta de las hojas de la planta. Ruda es una de las plantas nutricias de la mariposa P. machaon en la que hemos hecho interesantes observaciones en el pasado. Como esta vez no se trataba de describir el ciclo vital, en sí mismo, nos dedicamos a intentar conseguir fotografías más logradas que en el pasado de esta bella oruga.


Como por ejemplo de su llamativo osmeterium el cual es utilizado para emitir una sustancia de olor francamente desagradable cuando la oruga se siente amenazada.


O la de poder documentar como, en ocasiones, las larvas de machaon devoran sus propias mudas.



La desaparición de dos de las siete orugas, en un breve espacio de tiempo, nos alertó acerca de mi teoría de que las larvas abandonan la planta nutricia cuando les llega el momento de empupar. P. machaon es un lepidóptero de carácter muy poco gregario en la fase larval, de ahí que la mariposa suela poner pocos huevos en una planta para evitar que se molesten las unas a las otras.


Con la planta prácticamente despeluchada, las cinco orugas restantes fueron trasladadas a otra planta de ruda, esta vez en un tiesto, para proceder, como en ocasiones pasadas, a su empupamiento en el interior de la casa, en un improvisado mariposario en el cuarto de baño. El problema, esta vez, consistía en que se trataba de un cuarto oscuro. Una oruga empupó adherida a un azulejo y cuando consideramos que las restantes se habían cansado lo suficiente de buscar un lugar apropiado para hacerlo, volvimos a sacar el tiesto de la ruda a la terraza, devolviendo una y otra vez a la planta a las orugas que intentaban escapar de la misma.




La oruga realiza su última muda ya en la posición en la que ha empezado su transformación en pupa, abandonando la exuvia o, como vulgarmente se dice, la camisa completamente arrugada sobre sí misma.


Todo iba transcurriendo según lo esperado y, en breve espacio de tiempo, cuatro pupas de mariposa machaon hacían presagiar que íbamos a poder, una vez más, dejar volar a las mariposas en libertad cuando salieran los imagos (adultos).



Pero entonces comenzó la película de terror y ciencia ficción que da lugar al título de esta entrada. Contemplando una de las pupas, de repente nos llamó la atención una larva que pugnaba por salir de ella recordándonos la escena de la película.


Resultaba fácil deducir que la pupa de machaon había sido parasitada por algún otro tipo de insecto que había puesto el huevo, o los huevos, en su interior para alimentarse de ella.


Impotentes, presenciábamos el espectáculo del alien preguntándonos si las demás larvas de machaon estarían también infectadas y quién sería el extraño pasajero. Una segunda machaon volvió a repetir el penoso espectáculo.


Además, comprobamos que tenía un orificio en el lateral izquierdo, contrario al por el que asomaba el alien, lo que nos parecía indicar que eran varios los parásitos en el interior de la pupa. Una apresurada disección de la primera pupa de machaon nos evidenció que había dos ejemplares más de algún tipo de larva que, por su aspecto, nos indicaba que se trataba de un díptero o un himenóptero.


Pero eso de la identificación del alien lo dejaremos para otra entrada continuación de esta porque queda mucho todavía que contar. Mientras tanto y como referencia a la película de Ridley Scott de 1979, os dejamos con nuestro Alien, el octavo pasajero.

Etiquetas: , , , , , , , , , , ,

Búsqueda personalizada